La
sobrecarga de información, imágenes y estímulos visuales a los que estamos
expuestos diariamente hace que, si bajamos la guardia, nos convirtamos en una
presa fácil para las depredadoras multinacionales que saben perfectamente cómo
embaucarnos para acabar consumiendo sus productos. Lejos quedan las imágenes
del cowboy de Marlboro o el atractivo camello de Camel… Las restricciones en
publicidad para productos relacionados con el alcohol o tabaco no han impedido
que miles de personas sigan muriendo por sus terribles causas. La mayoría de
los anuncios de tabaco van destinados a los más jóvenes, puesto que quieren
lograr que se “enganchen” para toda la vida y tener el ellos un consumidor
fiel.
Por
ello, a través del terrorismo visual se trata de mostrar a la sociedad los
problemas que podemos sufrir derivados del consumo o práctica de ciertos
hábitos. Son comunes imágenes relaciones con empresas de comida rápida como Mc
Donalds con obesidad infantil o adulta; escenas de prácticas sexuales de riesgo
con metáforas de animales letales y un largo etcétera de impactantes imágenes
que tratan de avisarnos de las terribles consecuencias que podemos pagar.
En
este caso la campaña trata de prevenir la mortalidad causada por el tabaquismo.
Con una imagen mixta de fotografía y texto, la escena no deja lugar a dudas. El
humo que sale del cigarro del joven se convierte en una pistola que apunta
directamente a su sien y parece mostrar que con la próxima calada se apretará
el gatillo. De hecho el texto lo deja bien claro: “Kill a cigarrette and save a
life. Yours” (Mata un cigarrillo y salva una vida. La tuya). Sin embargo, el
texto podría ser, desde mi punto de vista, prescindible, porque la fuerza de la
imagen es tal, que claramente se comprende el mensaje y las palabras solo
sirven para subrayar o verbalizar el contenido.
He
elegido este anuncio porque me parece que no se puede decir más con menos
elementos. Esta oposición de ideas entre la vida de tu cigarrillo o tu propia
vida está bien acompañada por la elección cromática de la imagen. Un blanco y
negro que otorga gran dramatismo a la escena y que es acentuado por la dureza
de las sombras que comienzan a ocultar parte de la cara del joven. El
claroscuro hace que el rostro desaparezca poco a poco, y el joven, al igual que
el cigarrillo, parece consumirse poco a poco, al ritmo de sus caladas. Está
claro que en esta ocasión no se podría haber empleado un modelo atlético, de
cara celestial y músculo marcianos, sino que la cara de un tipo normal con
expresión de tristeza muestra que fumar no es ninguna alegría ni nada de lo que
sentirse orgulloso… Ya no te sentirás como un cowboy ni como un jovial camello,
sino que más bien es una condena mortal.
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